Reportaje al Dr. Bernstein

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El ayuntamiento de Valencia y el Ministerio de Sanidad sugirieron una sanción. El dueño de Pachá, el boliche más famoso de la península, salió a pedir disculpas. En la Argentina, este tipo de premios se sigue ofreciendo en varias provincias.

La española que quiera tetas nuevas tendrá que pagarlas. A esa decisión llegaron en el boliche español Pachá Valencia cuando optaron por levantar el sorteo de una cirugía de lolas que tenían programado para el próximo 5 de diciembre. ¿El motivo de la suspensión? El Ayuntamiento de Valencia, la Generalitat y el Ministerio de Sanidad advirtieron que actuarían de oficio para estudiar la posibilidad de imponerle al establecimiento algún tipo de sanción; un “apriete” que resultó suficiente para que Carlos Monsell, gerente del boliche de marras, saliera a pedir perdón por todos los medios de comunicación. “Desde Pachá Valencia queremos hacer llegar nuestra disculpa a todas la personas o instituciones que se hayan podido sentir ofendidas con la iniciativa y transmitirles que en ningún momento fue nuestra intención faltarle el respeto a nadie”, señaló Monsell, en el marco de una declaración que –vista con ojos argentinos– puede considerarse casi surrealista.

QUÉ PASA EN ESTAS PAMPAS. Y es que mientras que en España cancelan el único sorteo de lolas del país, en la Argentina este mecanismo se está transformando en el ascendente recurso para captar clientela bolichera. Acá, distintos establecimientos de San Juan, La Rioja, Córdoba, Mendoza y Neuquén ofrecen –sin ningún tipo de resistencia seria por parte del Estado– prótesis mamarias a todo aquel que esté dispuesto a pagar los 10 a 30 pesos que sale una entrada. La única oposición tajante la dio el ministro de Salud bonaerense, Claudio Zin, que dictó una norma que prohíbe este tipo de sorteos dentro de la provincia. “Lo que nos diferencia del Primer Mundo es un factor principalmente cultural –explica el doctor Jorge Patané, presidente de la Asociación de Cirugía Plástica de Buenos Aires–. En los países como Estados Unidos, México, Brasil y la Argentina la cirugía plástica lamentablemente es vista como una peluquería científica. Pero en Europa, no. No todo el mundo se la hace, y menos con tanta liviandad.”

Para el doctor Marcelo Bernstein, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, no se trata de cuestionar la cirugía en sí sino la forma en que se llega a ella. “Uno tiene que saber en profundidad a qué paciente opera, y al revés también: todo paciente debe conocer a fondo el currículo de su cirujano –advierte Bernstein–. Buena parte de los profesionales que se prestan a estas cirugías no están altamente calificados. El problema es que los argentinos, a diferencia de los países desarrollados, tenemos un nivel de información cada vez menor. Y sólo la información es la que te permite elegir qué es lo mejor para vos. Una sociedad madura es la que puede hacerse preguntas.”

QUÉ TANTO. La polémica con Pachá Valencia empezó a mediados de noviembre, cuando los encargados del local anunciaron que en una fiesta del 5 de diciembre –llamada Pretty Woman– sortearían una cirugía de lolas en “homenaje a la mujer”. En cuestión de horas, las agrupaciones feministas –y no sólo feministas– pegaron el grito en el cielo y obligaron a los dueños del establecimiento a retroceder un paso: debieron aclarar que el premio en realidad sería unisex, y que no se trataba necesariamente de un aumento de busto sino de un “bono de estética” por un valor de 4.500 euros, que podía ser cambiado por otras intervenciones. “Si el premio realmente le toca a un tío –explicó Monsell, gerente del local–, se puede hacer 20 sesiones de fotodepilación, o 20 veces bótox, o puede pasarse 40 mil años tomando rayos UVA (cama solar).”

Monsell argumentó, además, que el sorteo tenía una intención casi filantrópica: cubría la demanda social de Valencia, la comunidad europea con más operaciones estéticas en el 2007: 15 mil exactamente. “Entonces nosotros, como normalmente a la gente le gusta ir a la discoteca guapa y todo esto, pues creíamos que había una demanda social que está ahí, y decidimos –quizás nuestro único error– poner el aumento de pecho en el cartel –agregó Monsell en entrevista con el diario El Mundo–. Además, si lo llega a sortear un gimnasio o un centro de estética no pasa nada. Si se lo regalo yo a mi novia por Reyes, no pasa nada. Si voy al banco para financiarlo, no pasa nada. ¿Por qué somos tan hipócritas? Además, qué tanto, tendríamos que sortear el premio 20 veces para que le toque a alguien que no esté operado ya.”

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